En este mes, continuamos
la aventura de nuestro personaje que decide ir a Norteamérica, más
concretamente al Far West de EEUU . Llamemos a esta aventura:
Haciendo
de extra
Aquella chica
que tan maravillosamente bailaba, me cautivó, pero tuve que poner pies en
polvorosa porque de haber seguido allí, o sería carne de salchicha o me vería
con una corona de flores al cuello y bailando para los turistas.
Así que cogí el primer
avión que salía para Estados Unidos de América y en menos de cinco horas allí
aterricé.
Mi interés era el de participar
como extra en la filmación de una película del oeste, así que me encaminé a
Hollywood, que seguro que alguna productora encontraría en plena faena de
rodaje.
De todas maneras merecía la pena el viaje, ya que pasando por poblados
mineros a la antigua usanza, los lavaderos de minerales merecía la pena
filmarlos.
Pero pasados los poblados, más de lo mismo, rocas y
más rocas.
A pesar de todo, me atraía el pasar al menos un día en una cabaña con
aquellos rudos y fornidos hombres acostumbrados a pasar penalidades y trabajar
buscando alguna que otra pepita de oro. Así que me bajé del tren en un apeadero
y subí una colina hasta llegarme a una cabaña de troncos de madera donde vivían
cinco mineros buscadores de oro.
Al principio me miraron de arriba abajo como diciéndome - ¡Lárgate
forastero! Pero al explicarles que solo trataba de
conocer algo de su manera de vivir, me acogieron, no calurosamente, pero sí sin
frialdad.
Me explicaron como con unas cribas portátiles, cernían
las arenas que chorreando agua recogían con palas de las orilla del riachuelo y
que minuciosamente las inspeccionaban por si hubiera alguna pepita de oro.
Lo cierto es que mientras que estuve allí, ninguna se dignó salir y lo
que es peor, me dijeron que llevaban dos semanas que nada de nada.
A pesar de todo no perdían la confianza, pues el mes pasado tuvieron la
suerte de encontrar unas cuantas, si bien lo único que consiguieron era poder
seguir en su empeño un par de meses más.
Me llevaron también a que viera el lavadero y la noria. Aquello mereció
la pena verlo y conocer la técnica. Pues el sacar las pepitas a base de cedazo,
era solo para tanteo, porque la verdadera extracción minera se hacía de manera
industrial más o menos rudimentaria.
Al día siguiente y a la misma hora, volví a coger el tren que me
llevaría al famoso Hollywood. Y no me defraudó, pues andar por una de sus
calles ambientadas en el más puro oeste de hace dos siglos, era alucinante.
Cuando llegué lo primero que hice fue dirigirme a los Estudios
cinematográficos y preguntar en el centro de información sobre las producciones
que se estaban realizando y cuyo tema era el western. Así que, con cierto
asombro, entré por una humilde puerta donde indicaba que por allí se entraba en
los Estudios.
Tuve suerte
pues se había iniciado la filmación de una y precisamente necesitaban extras.
Allá que me fui
y entré para tratar de conseguir participar en a misma,
-
¿Qué
sabe hacer? – Fue una de las primeras preguntas que me hicieron
-
Pues
que pueda ser útil para la película, correr cargado, caerme, o mejor dicho
tirarme por las laderas de los montes, remar a contracorriente en canoa, …
-
¡Vale!,
no siga. Vaya por esa calle y diga al conserje de la Nave 57, que le deje
pasar. Luego vaya al almacén y diga que va de mi parte para que le den la ropa
apropiada para la prueba que le vamos hacer saltando desde un balcón.
Ya empezaban a
temblarme las piernas, y eso que aún no había visto ni el balcón ni donde
habría de caer. Pero me repuse y mirando a un lado y otro, me dirigí al
almacén, no siendo ello obstáculo para no ver a un conocido actor sentado en un
banco tratando de conquistar a una bella mujer ligera de ropa.
No me costó
trabajo encontrar el almacén, ni tampoco conseguir la ropa que habría de usar
para la prueba. Así que la cogí y volví a ver a quien habría de hacerme esa
dichosa prueba.
-
Venga
por aquí. Me dijo sin tan siquiera mirarme. Y Continuó diciendo: - ¿Ve aquel
balcón y un muñeco de paja?, pues sustitúyalo y haga lo que una chica que hay
dentro de la habitación le pedirá.
Subí las
escaleras que llevaban a una sala y entrando en ella vi
que me esperaba una desangelada mujer con cara de pocos amigos.
-
Póngase
esa ropa y salga al balcón, luego tírese por encima de la barandilla y caiga
sobre la paca de paja que hay en el suelo. – Me dijo aquella mujer
-
Pero,
¿cómo me tiro, de pie, de cabeza, o de qué manera? – Le contesté con la voz
cascada y que apenas me salía
-
Eso
lo dejamos a su criterio, pues según lo haga así lo valoraremos
Me coloqué
pegado a la baranda de madera, que por cierto estaba trucada para simular una
rotura en el rodaje, y cerrando los ojos me lancé de cabeza con la idea de dar
un giro en el aire y caer de espaldas.
- - Muy
bien. – Fue lo primero que oí después del tortazo que me pegué
Me levante, me
miré todo mi cuerpo, supongo para ver si tenía todas mis partes y no se me
había caído ninguna, y aspiré fuerte para tratar de relajarme. Y por último
miré hacia el balcón desde donde me tiré para comprobar que la altura era tan
espectacular como se veía desde allá arriba.
A continuación,
como procedimiento rutinario, me pidieron que me hiciera una foto para graparla
a mi expediente. Así que me dirigí a un estudio fotográfico y en un minuto ya
estaba retratado para Hollywood.
Pues sí, me
contrataron para hacer unos pequeños trabajos en aquella película.
Unas veces
tenía que conducir una carreta cargada de bidones, y luego tírame desde el
pescante en plena carrera.
Otra vez tuve
que arrastrarme entre cardos, cactus y demás plantas agrestes, para tratar de
llegar a la prisión y allí ayudar a escapar a un preso condenado a morir en la
horca.
Pero como la
fuga no fue posible, tuve que sustituir al actor en su escena de morir con un nudo al cuello.
Pero lo que más
me llamó la atención fue la escuela que había, para a modo de guardería, tener
allí a los niños de los actores, extras, técnicos y demás personas que
trabajaban en la producción de las películas.
Y como todo
tiene su fin, al cabo de tres semanas estaba de nuevo libre para recorrer de
nuevo las tierras del Nuevo Mundo.